noviembre 25, 2007

La cosa que no tuve

Aún no hemos alcanzado los cielos coterráneos
ni los matices predilectos
cuando el tiempo se hace horas
y los minutos pasan.

Y así falta arena en mi orilla
o tierras de mi campo.
Me haré tangible noche
de morosas manos blancas.

Dónde guardo las cajas de mi vida,
si los arneses se cansan
y la ropa mojada estila.

El patio de verano se asolea fatigoso
y la cocina todavía guarda ese olor a fritura añeja.

Permanezco en la cama y parecen tantos.
Entre tus raíces ausentes,
los rasgos que aún toco de tu cara calcinante
y los besos que me diste sobre el sol que mareaba
cuando el invierno quiso mojar mis ojos.

Los jarrones ya no parecen tan caros
ni los zapatos de Valentino
ni mis manos fueron lo tuyo
ni mis pechos eran suficiente.



Javiera Moya Coloma--*

Camisa y Sombreros


Quién dijo que vale la pena escribir poesía,
si los maricones de mi patria
no dejarán la fatiga de un mete y saca inescrupuloso.

Si los Bienaventurados no existen
y la caca seguirá siendo caca.
Y los cigarros botarán el humo por mi boca,
así como los habanos serán de Cuba
y la tierra quedará en la suela de mi zapatilla…

Los muertos van a seguir muertos
y los vivos se morirán mañana o pasado,
y una botella de vino nunca va a ser suficiente.

Quién dijo que vale la pena pensar de vez en cuando,
si cuando pienso escribo
y cuando escribo pienso
que no vale la pena escribir poesía.



Javiera Moya Coloma--*