enero 01, 2008

Solsticio

Entre los minutos oscilantes de mi demora coherente
manejo los trastornos de dos segundos irreversibles.
Y en veinte minutos que nunca pasaron,
me mantengo despierta.

Entre los cinco dedos de mi mano se arrimó tu voz pragmática
y por los cinco dedos de la otra, susurré a tu oído
la inconciencia de hablarte.

Sobre la mesa apoyé la copa de vino, la que luego derramaste
por el silencio incesante de la boca subversiva.
Y en tu mirada de olvido me quedé pegada sin mirarte.

Me apoyé e tu respiro para ahogarme del mío.
Te reclamé moradas que no vendrían
y hojas que se sabrían secas antes de secarse.

Pensé cosas que aún no recuerdo,
y las dije a la corrupción,
como tú al veneno.

Retardé las mañanas
antes que amaneciera
y rompí en mis puños
el aire que botabas.




Javiera Moya Coloma --*

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