enero 19, 2008

Penas negras

Tengo una pena negra que me acapara los pasos
tengo una historia que contar y cinco palabras que me sobran.
Tengo sólo una vida en el diccionario
y dos mañanas que crecieron en los arreboles.

Tengo un computador en la mesita
y suficientes ideas en proceso de cambio.
Tengo los días que me quedan en un vaso con agua
y las noches que lloré en el marca páginas de un libro.

Tengo los sueños de muchos años
y las mentiras que escuché dormida.
Tengo los pasos que se alejan
y los crucifijos del santuario.

Tengo tantas toallas mojadas
y me seco con la aurora.
Tengo la mirada perdida
y la conciencia socavada.







Javiera Moya Coloma--*

enero 09, 2008

Rumba y milongón

Entre la rumba y el milongón
se movían las hojas al destinatario.

Y los camaradas crecieron
y fueron los hombres del mundo.

Vi amanecer al mar
y zurcar mis hombros por las veredas.

Vi erradicar la pobreza de mis manos
y someter la juerga al olvido.

Tuve en los dedos del sollozo la pena que te llevaste
y aún así supe sonreírle a las capas del cielo.

Encontré entre las piedras una que se parecía a todas
y con ella desquité a los vidrios que nunca me llegaron.

Le di la mano a la historia
antes de acuchillarla por la espalda.

Canté los versos de venganza que hallé en las salitreras
y entre ellos dije: mi silencio es sereno.



Javiera Moya Coloma--*

enero 01, 2008

Solsticio

Entre los minutos oscilantes de mi demora coherente
manejo los trastornos de dos segundos irreversibles.
Y en veinte minutos que nunca pasaron,
me mantengo despierta.

Entre los cinco dedos de mi mano se arrimó tu voz pragmática
y por los cinco dedos de la otra, susurré a tu oído
la inconciencia de hablarte.

Sobre la mesa apoyé la copa de vino, la que luego derramaste
por el silencio incesante de la boca subversiva.
Y en tu mirada de olvido me quedé pegada sin mirarte.

Me apoyé e tu respiro para ahogarme del mío.
Te reclamé moradas que no vendrían
y hojas que se sabrían secas antes de secarse.

Pensé cosas que aún no recuerdo,
y las dije a la corrupción,
como tú al veneno.

Retardé las mañanas
antes que amaneciera
y rompí en mis puños
el aire que botabas.




Javiera Moya Coloma --*